Las endechas judeoespañolas

Plañideras en el sarcófago del caballero
Sancho Sáiz del Carrillo (s. XIII)
(fuente: wikimedia.org)

Los cantos de muerte de la tradición oral judedeoespañola y que, más tarde, entrarán a formar parte de la tradición literaria se les conoce como endechas u oínas. El planto por la muerte de un allegado era ya conocido en la tradición greco-latina y luego pasó a formar parte de la tradición judeocristiana, dando origen a una práctica folclórica muy bien arraigada en toda la Península Ibérica. El planctus literario fue una composición lírica que recoge los elementos del planto oral: un miembro de la familia lamenta la pérdida de una persona amada o respetada, pariente, amigo, protector. Los orígenes de este género se remontan a la época clásica, pero su caracterización se consolida a mediados del siglo IX. Este tipo de composición se hace tópico en el siglo XV y tiene su presentación en España con la elegía a una alcahueta, la Trotaconventos del Arcipreste de Hita (s. XIV).
Por lo general el planto oral presenta un carácter espontáneo, es decir, se inspira en un evento triste (muerte, traslado del cuerpo, entierro, soledad del postentierro), y en cada momento el mismo lamento repetitivo debe tomar una adaptación diferente; es más, la misma motivación puede hacerse de manera diferente para que adquiera sentido según las personas presentes. Por tanto, la diferencia básica entre la endecha de tradición libresca y la endecha popular es que la primera es más abstracta, mientras que la segunda está más cerca de la realidad cotidiana, es decir, tiene un sentido más objetivo de la realidad. A partir del siglo XV con el establecimiento de la Inquisición y la deportación de los judíos, se declara la muerte oficial de la endecha. Los clérigos se encargaron de culpar a los hebreos de los excesos que los deudos manifestaban a través del planto ritual, debido al daño corporal que éste ocasionaba en las personas que lo practicaban. Esto hizo que con el pasar del tiempo la endecha se sustituyera por otro tipo de composiciones.

La transcripción de algunas de las endechas que aquí se presentan proviene del libro de Manuel Alvar, endechas judeo-españolas. Edición refundida y aumentada, Publicaciones de Estudios Sefardíes, serie II, no. 2, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Arias Montano, Madrid, 1969.

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I   



Malogrado muere,
malogrado ya se moría,
manique a todos duele
cuando se guardan de la luz del día.
Malogrado muere
de hermosa drente,
manique a todis duele
cuando no aljadra naide de su gente.
Malogrado muere
de ojos pintados,
manique a todos duele
cuando no se casa y deja un deseado.
Malogrado muere
de cara pintada,
manique a todos duele
cunado no trae la novia a su casa.
Ya limpié mis ojos
con su ajuar y su alaría;
corren desmandadas,
cuando se guardan de las alegrías.
Y ayujo y ayujo,
y ande el sol no salía,
y ande el aguila negra
sus voces a todos daría,
las voces de mancebos y argasbas.
¡Quién me diera las uñas
de un gavilane!,
desde que se me ha muerto mi hijo,
yo viviendo en pesare.
¡Y ay los nidarales!,
yo me era de las bien casadas,
no era de envidiarme.


Reproducida en Alonso-Blecua (núm. 493, pgs. 222-223)













II



A la tierra iría,
con dolor l’arrobaría;
yo l’arrobo y a la tierra,
la que siembra sin bienes;
que le pudra los sus paños
y no su hermosa frente;
le pudre sus paños,
yo se los pudrería,
y a ese mancebo bonito,
yo no le dejaría.
Y a la tierra iría,
la que sembráis cebada,
que le pudra los sus paños
y no su cara pintada.
A la tierra iría,
con dolor l’arrobaría.
Yo t’arrobo a la tierra
y a ese hijo tan bueno
yo no lo dejaría.
Y si este dolor fue tan grande,
doblarlo ha el pesare,
se van mancebos y arasbas
y vacían su lugare.
Si mal durmiera,
la mi madre, en vuestra halda
cobriésemes la mi cara
con el velo de los mancebos y arasbas.
Si mal durmiera,
la mi madre en vuestro brazos,
cobijemes la cara
con el velo de los malogrados,
¡Que madre me llamaba
de ese gavilán pintado!.


Transcrita en PTJE, núm 244, p. 191

III



Ya amanece, ya amanecía,
lo que los picá la muerte,
no s’adormían.
Ya amaece en ese campo,
levantaivos las quemadas
y a hacer llanto.
Ya amanece ya amanecía,
ya amanece y con mucho pesare:
levantad [a] los maridos buenos,
para estar en sus lugares.
Ya amanece con mucha mancilla,
se van los maridos chicos
y no haen alegría.
Levantay por la mañana,
levantay con mucho sospiro,
se van mancebos y anasbas,
ni jupa ni cirios.















IV




Háganle, le hagan
vestidos con mucho pesare.
Que hoy se departe
de su casa y su lugare.
Háganle, le hagan
vestidos con muchas oínas,
para el golpe rabioso
no halló cura ni melecina.
Háganle, le hagan
vestidos con mucha mancilla:
se van mocitos y arasbas,
no hacen alegría.
Háganle, le hagan
vestidos con mucho sospiro,
se van los novios chiquitos
y no crían a sus hijos.
Háganle, le hagan
vestidos con mucha alcarja,
se van los novios chiquitos
y vácian su casa.














V



«Ni anda ni parece
ni le veo como solía,
que la tierra hizo morada
por siempre y toda la vía».
-«Si subieras, mi madre,
y al campo por la mañana,
pregunta a los corantados
cómo es el trago de la retama,
amargo y preto».
«Ni anda ni parece,
ni le veo hoy como solía,
y entre montes y valles,
allí se escondía».
«Un tálamo vidi armado
sin cirios y sin candelares;
ansina hacen los maridos buenos,
vácian su casa y su lugare.
Y el tálamo vidi mal armado
tapado con la ropa que pone
el sábbay y la Pascua.
Y ansina hace la mujer cuando se quema,
lo tiene guardado el arca»

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