Los versos de este compositor, cuya palabra e imagen pertenecen a la más fecunda tradición poética hispana, han atravesado los umbrales de la tradición arabigoandaluza, así como los del Siglo de Oro, hasta llegar a los contemporáneos, tales como Cernuda, Lorca y Alberti. Antonio Gala ha escrito muchos versos durante su larga vida, mezclando y tejiendo una urdimbre, una trama, un recorrido absolutamente personal en su lírica.
3 Es hora ya de levantar el vuelo, corazón, dócil ave migratoria. Se ha terminado tu presente historia, y otra escribe sus trazos por el cielo. No hay tiempo de sentir el desconsuelo; sigue la vida, urgente y transitoria. Muda la meta de su trayectoria, y rasga del mañana el hondo velo. Si el sentimiento, más desobediente, se niega al natural imperativo, álzate, tú, versátil y valiente. Tu oficio es cotidiano y decisivo: mientras alumbre el sol, serás ardiente; mientras dure la vida, estarás vivo. 8 Como en la trampa cae la alegre caza, caí en tus brazos, donde me debato. Ni de quedr, ni de escaparme trato de esta red que me ahoga y que me abraza. Fuera, la libertad con su amenaza; aquí, el seguro fin tajante y grato. Fácil es desatar, y no desato, el dulce nudo que mi muerte aplaza. Sumisamente inclino la vabeza no sé si para el golpe o para el beo, no sé si para el gozo o la tristeza. Pero, si llega el día del regreso, pues que caí en la trampa por torpeza, no quiero liberarme de ella ileso. 21 Trinidad Quien urge aquí es la vida, no la inmortalidad: la vida, breve y rápida, con sus manos de arena. Nos llama desde verdes palmas, desde el amr incitante, desde las nalgas prietas y las negras pupilas. «Ahora», nos dice, y tiende su copa de ron claro llena de ritmo y ansia. Quien urge aquí es la vida, no el amor. Y fugaces las caricias espesas, el recíproco gozo efímero y caliente, la común aventura de la carne bajo el árbol en flor. Entre el aire impaciente, bajo la sorda y muda tutela de los cielos, quien urge aquí es la vida. Antonio Gala, poemas de amor, Editorial Planeta, 1997.